Al nacer, el tracto gastrointestinal del bebé se encuentra estéril, es decir, libre de microbios; en la sala de parto, hacia el año de edad, el tracto digestivo es colonizado por bacterias que permanecen y viven allí en adelante. A los tipos de bacterias que conforman la flora bacteriana intestinal se les denomina microbiota y por lo general pertenecen a tres grandes familias: Firmicutes en un 90 por ciento, Bacteroides y Actinobacterias.
¿Qué han descubierto? La investigación ha observado que las personas obesas tienen una composición de la microbiota distinta a los no obesos, la cual podría determinar una mayor o menor capacidad de extracción de energía desde los alimentos, así como determinar una mayor o menor tendencia a depositar energía en el tejido adiposo, es decir, aquel que almacena grasa.
Las bacterias transforman nutrientes complejos como la fibra dietética en azúcares simples y ácidos grasos de cadena corta, estos productos de la fermentación bacteriana son transportados al hígado para ser almacenados en el tejido adiposo. De esta manera, las personas obesas con cambios en la microbiota tienen una mejor capacidad de extraer energía de las fuentes dietéticas de fibra y un aumento en la capacidad de almacenamiento de energía. Por otro lado, la microbiota del obeso puede influir en la inflamación crónica asociada a la diabetes.
Todavía no se tiene claro si la obesidad es causa o consecuencia de los cambios en la microbiota, sin embargo, las observaciones en los estudios apuntan que la microbiota diferente sería un factor más entre los causantes de obesidad. Cuando se comparó roedores con y sin microbiota, se observó que los que no tenían, necesitaban ingerir 30 por ciento más alimento para extraer la misma cantidad de energía. Comparado a los humanos, la capacidad de extracción de energía incrementaba en 10 por ciento.
¿Qué hacer? Fortalecer la microbiota pero sobre todo cuidarla. Esta cumple un rol importante en el sistema de defensa, una flora bacteriana saludable reduce de manera importante la posibilidad de desarrollar infecciones intestinales e incluso respiratorias. Las personas en general debemos apuntar a mantener un buen balance en la microbiota la cual puede verse alterada principalmente por el tipo de alimento, por la lactancia materna en los niños o por la ingesta de antibióticos.
El uso de antibióticos debe ser indicado por el médico y se debe cumplir con el tratamiento. Interrumpirlo, automedicarse o cambiar de antibiótico sin coordinar con el médico, afecta negativamente la recuperación de la flora bacteriana intestinal.
¿Qué alimentos fortalecen la microbiota? El cuerpo humano alberga cien trillones de microorganismo, 10 veces más que el total de las células del cuerpo humano, son las bacterias de la familia Firmicutes las que deben prevalecer (en el obeso la Bacteroides son mayoritarias), entre ellas, las conocidas como bifidobacterias y lactobacilus presentes en el yogurt.
Consumir un vaso pequeño de yogurt natural al menos unas 3 veces por semana ayuda a modular las bacterias intestinales, y si ha pasado por un tratamiento con antibióticos, es mejor consumir uno diario. El yogurt no tiene azúcar ni saborizantes, si requiere controlar sus grasas busque la versión natural baja en grasa.
Otra manera es consumir prebióticos, alimentos cuyos componentes sirven a su vez de alimento para las bacterias benéficas. El yacón, la alcachofa, espárragos, menestras, plátano, ajo son alimentos fuente de prebiótico, incluirlos con frecuencia en la dieta es recomendable.
Fuente: RPP