
Los malos hábitos alimentarios de los argentinos incluyen, según el doctor Máximo Ravenna, especialista en nutrición, demasiados hidratos de carbono, sodio y bebidas azucaradas. "Las harinas, el azúcar, el jarabe de fructosa y la combinación de todos ellos que son los alimentos procesados tienen una acción sospechosa de adicción", explicó el especialista en Infobae TV.
El nivel de estrés en el que vivimos tampoco ayuda. El "combo" entre tensión y pocas horas de sueño provocan, según Ravenna, un desbalance hormonal: aumenta la segregación de grelina, que produce hambre, y se reduce la de leptina, encargada de regular la sensación de saciedad.
"El problema es desbordarse con las medidas", agregó, "Estrés, sueño, urgencias personales y muchos años de repetición de este sistema, se acostumbra a la cabeza y siempre se ampara en la comida".
Además, el peso es un tema que despierta obsesiones en el argentino medio, que pretende "comer sin importar las consecuencias". Esto genera que no solo haya un 62 por ciento de población con sobrepeso, sino que además haya un tres por ciento de "flacos con consecuencias negativas", que tienen problemas de salud por obsesionarse con perder kilos. "Las mujeres argentinas son las que más engordan en la región", dictaminó.
Los chicos tampoco están exentos: un 35 por ciento de los pequeños argentinos tienen sobrepeso y un 17 por ciento son directamente obesos, lo cual mutiplica los riesgos de diabetes e hipertensión.
Ravenna no duda en llamar a los años '90 "la década infame". Fue la época en la que los alimentos "light" terminaron de ponerse de moda. El problema es, según su explicación, que al tener menos grasas, no generan saciedad y se come más.
Por eso, recomienda como reglas de oro de su tratamiento para bajar de peso, atenerse al sistema elegido, no manipularlo, cumplir con disciplina, mantenerse alejado de azúcares y harinas; además de, por supuesto, mantenerse en movimiento. "La gran transgresión del gordo es ser obediente", recomendó.
Aún cuando las cifras son alarmantes, sirva de consuelo el mal de muchos: según un estudio de la Universidad de Harvard, desde los años '80, a nivel mundial, se ha reducido un 30 por ciento el consumo de grasas y aumentado un 32 por ciento el consumo de hidratos de carbono. La consecuencia, que la obesidad haya crecido, en el mundo y en treinta años, en un 100 por ciento.
Fuente: SM / Infobae